Lucy Pérez
16/07/2021

Defiende tu propio espacio

Cuando miraba por la ventana del futuro, me imaginaba rodeada de personas, en un lugar con mucha luz,…

Cuando miraba por la ventana del futuro, me imaginaba rodeada de personas, en un lugar con mucha luz, y en donde me veía dirigiendo un mensaje o discurso, esa sensación de verme en ese lugar al que no identificaba detalladamente antes de concluir mis estudios de licenciatura, me hizo tener plena confianza de que algo bueno llegaría a mi vida, pero también que era necesario, de manera permanente, adquirir conocimientos y habilidades para estar preparada cuando llegara ese momento en el que me vi feliz y plena realizando mi vocación y misión de vida.

Al paso de algunos años, y después de probar varios empleos, tenía la certeza de haber llegado a ese lugar que había visualizado; tuve la gran fortuna de recorrer la mayoría de municipios del estado de Jalisco, dando cursos y capacitaciones en cada rincón, conociendo grandes mujeres y hombres y descubriendo, esa fascinación por conversar y maravillarme en cada charla, al escuchar los aprendizajes de vida que cada mujer u hombre con quienes me encontraba compartían.

Ese espacio, me permitió desarrollar una carrera de más de veinticinco años, en la cual tuve grandes oportunidades al participar en espacios de toma de decisiones importantes para la vida de nuestro país y nuestro estado. En verdad que viví con gran pasión y entrega cada espacio en el que tuve oportunidad de servir, pero al llegar a una etapa de madurez en mi vida y experimentar diversas situaciones personales poco a poco sentía que esa gran luz que desde mi juventud se había encendido poco a poco se apagaba.

La vida se encargo de confrontarme y ponerme ante situaciones de salud y familiares que me hacían sentir que todo había terminado, me sentí abrumada, triste, podría decir, sin esperanza, toda aquella vida frenética y acelerada por la que daba todo para estar en el espacio de servicio y cumplir mi vocación, parecía que se venía abajo, como si todo el camino que había recorrido hasta ese momento hubiera sido en vano.

Pero después de esa noche obscura en la que sentía que no habría nada bueno por venir, me hizo voltearme a ver y entender que también necesitaba espacio para mi, para contactar con la nueva mujer que hoy soy y encontrar en medio de todas las piezas rotas del rompecabezas, nuevas razones para continuar y volver a encontrar aquella luz y aquella voz interior que hiciera palpitar mi corazón con nuevos bríos y fuerza.

Fue entonces que emprendí un nuevo camino y volvía a empezar, con la experiencia de los años y una nueva ilusión, me interesaba mantener el contacto con las personas y poder dejar tal vez un mensaje positivo, una palabra de aliento, acompañar en momentos difíciles a esas mujeres u hombres que quizás han pasado por situaciones complejas como yo, y decidí, que si ya no tenía a mi alcance una posición desde la cual poder influir o incidir propositivamente en la sociedad, era momento de construir mi propio espacio desde donde pudiera seguir compartiendo mi pasión por crear puentes para que otras personas puedan crecer y avanzar.

Hice un giro de trescientos sesenta grados y empecé a emprender en mi propio proyecto, supe entonces, al ver que poco a poco se ha ido consolidando, que todas las personas podemos construir nuestra propia plataforma desde la cual podemos levantar la voz y hacernos escuchar, acompañarnos y encontrar esos caminos nuevos que al final del día nos lleven a cumplir la misión por la que Dios nos ha puesto en esta vida.

Hoy quise compartirte esta reflexión, porque a veces he conocido personas que parecen extraviadas, no encuentran su lugar, lo de menos es que imiten o quieran ser como otras personas a quienes admiran, que por un lado puede estar muy bien y pueden modelar las habilidades o virtudes de ella/os y aplicarlas en su vida; pero en el peor de los casos, les cause envidia e incomodidad el éxito de otras/os o incluso lleguen a sentirse menos, afectando con ello su autoestima y autoconfianza.  

Tengo la plena convicción de que cada ser humano tenemos un lugar propio en el cual tenemos la obligación de desarrollarnos y hacer crecer los talentos y virtudes que nos han sido otorgados como parte de nuestro equipaje de viaje. Quiero alentarte para que te atrevas a identificar que es lo que aportas desde tu vocación y fortalezcas el espacio desde el cual te mueves, ya sea si tienes un negocio propio, un emprendimiento, trabajas en una empresa o tienes alguna posición en el gobierno u alguna institución humanitaria.

Haz crecer ese lugar desde donde aportas, te mueves y compartes. Hoy hacen falta personas que se comprometan en dar lo mejor de sí y ser felices realizándose en el día a día haciendo lo que aman, que de igual manera soy consciente, no siempre desempeñamos esa actividad en la cual desearíamos poder estar, si ese es tu caso, te invito a identificar cual es el sentido de que te encuentre allí y hagas que tu sello personal sea visible, haciendo bien las cosas, dando lo mejor de ti y cumpliendo con calidad y amor.   

Defiende tu espacio, atrévete a reconstruirte si tal vez has pasado por una mala racha o aun no encuentras ese lugar en el cual te puedas realizar plenamente, siempre he creído que no es el cargo o nombramiento el que lleva al éxito, sino la persona quien desempeña esa responsabilidad quien hace que se desarrolle de manera exitosa. Confía que siempre puedes desarrollar las herramientas que necesitas para poder desempeñarte con excelencia en la actividad que te desenvuelvas y jamás te permitas sentir envidia por otras personas, por los espacios o posiciones que ocupen pues cada persona tenemos un lugar y espacio propio desde el cual aportamos y contribuimos para bien de nuestra sociedad.

Lucy Pérez

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